viernes, 9 de octubre de 2015

Una afortunada iniciativa. El Concurso de la I Feria del Calzado del año 1959

Compartir en Google Plus

Aquella gran iniciativa de una primera feria local para presentar los zapatos hechos en Elda se realizó con la organización de Ayuntamiento de Elda y se planteó como un "Concurso Exposición".
A ese primer certamen local debían concurrir las empresas eldenses con un excepcional aliciente: Presentarían unos zapatos acabados que entrarían en competencia en ese concurso y que establecía premios para la empresas cuyos modelos fueran merecedores a juicio de un jurado y también para el grupo de trabajadores que hubieran intervenido en su realización (todo un ejemplo de superación). Como hecho curioso a destacar se anunció que los zapatos ganadores de ese primer certamen serían destinados a un Museo del Calzado, si algún día se llevaba a feliz término en nuestra ciudad (desgraciadamente esos zapatos se perdieron y no llegaron a las vitrinas de nuestro museo actual).

El aliciente del concurso me parece ahora una iniciativa maravillosa y digna de los mejores elogios. No solo el zapato presentado por la empresa tenía que ser original y bello, sino que debía estar perfectamente confeccionado con especial atención técnica: al mejor diseño (9 puntos), al más perfecto patrón (10 puntos), al mejor cortado (5 puntos), al más cuidado aparado (5 puntos), al mejor montado (8 puntos), a la mayor perfección de acabado y remate de suelas y tacones (10 puntos), a la mejor presentación (3 puntos). El zapato con mayor puntuación sería el ganador.
Aunque el grueso de los gastos de aquella exposición corrieron a cargo del Ayuntamiento, también se contó con la meritoria labor de mecenazgo de algunas empresas y particulares eldenses, que colaboraron con el certamen, proporcionando el importe de los premios y ayudando en la organización.
El primer premio medalla de oro y placa para la empresa y 10.000 pesetas para el equipo obrero.
El segundo premio medalla de plata y placa para la empresa y 3.000 pesetas para el equipo obrero. 
El tercer premio medalla de bronce y placa para la empresa y 2.000 pesetas para el equipo obrero.
Hoy retomamos de nuevo aquellos logros para que Elda vuelva a lanzar una exposición que incluso podría llevar aparejado otro espectacular concurso de maquetas e ideas de diseño. Lo importante y necesario es que la ciudad se reencuentre con su glorioso pasado y vuelva a sentir el orgullo de una industria única por el tipo de zapato exclusivo que se sabe hacer en la ciudad de Elda.

domingo, 4 de octubre de 2015

"Elda Exportadora"

Compartir en Google Plus

Apenas acabada la exposición llamada Concurso Exposición de Zapatos que el Ayuntamiento de Elda organizó en septiembre de 1959 y que sería el preludio de las Ferias del Calzado en Elda, un grupo de fabricantes de la ciudad decidieron crear una cooperativa de industrias para fomentar, de forma colectiva, la incipiente exportación de calzados, especialmente pensando en el mercado americano. Por aquellos años andaba por la ciudad un personaje que sería clave en las ventas de calzado a los Estados Unidos, se llamaba LD Freman, y era un experto en comercio exterior y consejero de política económica del gobierno americano de la época. Freman entabló cierta amistad con un personaje notable de aquellos años y a la vez un fabricante puntero en Elda, se trataba de José María Gran Diez, que además ostentaba el cargo de Jefe Provincial del Sindicato de la Piel, un puesto que le permitía hablar por el sector, en la provincia más industrializada de España en lo que al calzado se refería.
Gran y Freman, trabajaron estrechamente para crear el grupo que permitiera introducir zapatos eldenses en el mercado más rico del mundo y el que más zapatos compraba de la historia, los Estados Unidos de América. Las palabras de Freeman eran elocuentes:
"...Organizar las fábricas de zapatos exportadoras en una cooperativa o grupo es una idea maravillosas y progresiva.... la habilidad de los trabajadores de Elda es difícil de encontrar en cualquier otra parte del mundo... en Elda se da el caso insólito de que la totalidad del ciclo entero del calzado se produce en el mismo lugar: hormas, tacones, curtidos, maquinaria, productos químicos y todas las fases de la industria principal y auxiliar. Apuesto porque los zapatos de Elda, en cinco años, se llevarán en cuarenta países diferentes".
La cooperativa "Elda Exportadora", vio la luz a principios del año 1960 y junto con José María Gran, figuraban eminentes industriales de aquellos años: Óscar Santos, José María Alarcón, Vicente Esteve, Juan Gómez Ribas, Jaime Segarra, Francisco Cremades, Octavio Santos, Antonio Porta, Bartolomé Crespi, Leopoldo Merino, José Aguado y Antonio Juan, entre otros. 
"Elda Exportadora" en la inauguración de la I Feria Nacional del Calzado en septiembre de 1960

El zapatero de silla y el aprendiz. Embrión de nuestra industria.

Compartir en Google Plus
Alejandro Pérez trabajando en su obra de "el zapatero y el aprendiz". Año 1997
Hubo un tiempo en que nuestros antiguos talleres artesanos eran lo más parecido a una pequeña reunión familiar. Allí sentados frente a frente estaban el zapatero y el aprendiz. Dos personajes inmortalizados por los artistas que han plasmado esa vieja estampa en sus lienzos. Una escena que también esculpió el eldense Alejandro Pérez Verdú y que se colocó para ser recordada en uno de los rincones de la plaza del zapatero.
El zapatero de silla era el artista que convertiría ese conjunto de piezas que forman las partes del calzado en un zapato de perfecta realización y primorosa belleza una vez acabado. El aprendiz, siempre atento, auxiliaría al zapatero en los trabajos para que la faena del maestro fuese más rápida y eficaz; al mismo tiempo, iría conociendo las técnicas empleadas y practicando para llegar a la necesaria pericia que le permitirá, con el tiempo, llegar él mismo a ser un maestro zapatero.
Cuando los talleres se fueron haciendo más grandes y las fábricas se llenaron de carros de madera para soportar las partidas de zapatos en proceso de fabricación, entre aquellos carros, casi pasando desapercibidos, estaban el zapatero y el aprendiz para llevar a feliz término su tarea. 
El zapatero se convertiría en aquella embrionaria industria de fabricación de calzados, en un "empresario" con el dominio absoluto de los pasos que iba dando su aprendiz. Él disponía de la tarea, la entregaba y la cobraba, y de los salarios percibidos pagaría a su aprendiz. Ese zapatero "mandaría" sobre su trabajo y la obligación solo le llevaba a entregar en la fecha o día convenido la tarea a la que se había comprometido. Por lo tanto la fábrica se convertía en un lugar de trabajo al que acudía con libertad de horario. No era extraño que esos zapateros y sus aprendices, interrumpieran la jornada (algunas veces permanecían en las fábricas hasta altas horas de la madrugada) para tomar un "tentempié" o incluso, si se daba el caso, jugar una partida al frontón, al caliche o simplemente escuchar la radio (no hace falta recordar que la televisión no existía ni en el pensamiento).
El zapatero y el aprendiz. Monocromo a tinta realizado por Gabriel Poveda "Leirbag". Museo del Calzado
Pero aquellos zapateros y aprendices con su forma atípica de trabajar, con su libertad horaria, con sus muchas horas de permanencia en la fábrica,  dieron los pasos firmes y certeros para convertir nuestras señas de identidad en una industria de progreso. Es deber de todos reconocer los méritos de aquellos eldenses que dieron honor y gloria a nuestra noble profesión.