domingo, 18 de marzo de 2012

El Calzado en la Edad Media


La larga Edad Media, comienza con la caída del Imperio Romano en el siglo V y duraría hasta el siglo XV; los calzados distinguían a las clases sociales.


La debilidad del poderoso Imperio Romano, debido a las luchas internas y al avance de los pueblos bárbaros, dan paso a la larga y vibrante Edad Media que, durante más de diez siglos, marcan un estilo en todos los órdenes, incluido el calzado.

Zapatos para todas las clases sociales

Se emplearon todo tipo de calzados y de materiales conocidos en la época, desde el cuero, hasta las mallas metálicas; las sandalias; zuecos; las calzas con suelas de cuero adheridas; las botas y los borceguíes con calzados que tenían las puntas muy largas.





El Cordobán

Se trata de un cuero de cabra de gran calidad, ligero y suave, que se obtenía mediante procesos de curtición vegetal con taninos extraídos de determinados árboles y arbustos, especialmente el zumaque. Pero también con esa denominación se referían a los cueros curtidos de potro; unos y otros se empleaban para realizar trabajos en piel y para calzados.




Con el nombre de cordobán se realizaban unas técnicas sobre la piel nacidas en la Edad Media, en la ciudad de Córdoba, y que tendrían el máximo apogeo, en los años posteriores, con la ocupación musulmana en España.

El uso exclusivo de botas

Las botas eran calzados que solo eran usados por los hombres; se podían distinguir, las botas de caña media y las botas de caña alta, incluso hasta los muslos; los caballeros usaban las mejores pieles para hacer sus botas y, en algunos casos, las adornaban con lazos o diversos metales, incluidas las piedras preciosas.

Entre las acusaciones lanzadas contra Juana de Arco estaba también la de haber llevado botas, calzado exclusivamente masculino; en cambio las mujeres llevaban chinelas bajas que, en el siglo XIV, podían estar forradas de sedas o terciopelos de diversos colores que las hacían llamativas y elegantes.


Crackowes y Poulaines

Procedentes de Croacia, se extendió la costumbre en el siglo XIV, de usar unos calzados extremadamente alargados en la zona de la punta, llegando a alcanzar hasta más de veinte pulgadas, lo que suponía una extravagancia que, para evitar pisarlas al caminar, se sujetaban con cadenillas (a veces de oro) a la zona del empeine.

Este tipo de calzado llegó a Inglaterra de la mano del rey Ricardo II y de allí pasó a Francia y España; en la Europa del Medievo se impuso la moda, en las personas jóvenes, de rivalizar con los calzados de puntas más estilizadas y largas.

La extravagancia

La extravagancia y la exageración, llevaron a limitar las medidas de estas puntas que, también clasificaban a las clases sociales. No es una exageración afirmar que, en aquellos tiempos, deambulaban ciertos personajes con una larguísimas puntas en el extremo de sus zapatos y sujetas con cordones de seda a la cintura.

Medidas máximas para las puntas de los zapatos

El rey Carlos V de Francia, prohibió que se hiciera este tipo de calzado por lo exagerado y peligroso para caminar, pero la moda no decayó. Felipe IV el Hermoso, en Francia y Eduardo III de Inglaterra decidieron, a principios del siglo XIV, establecer varias medidas sobre la punta de las polainas para distinguir las jerarquías sociales, por ejemplo: a las de un príncipe, correspondían puntas de más de dos pies de largo; a las de un barón, de dos pies; a las de un caballero, de pie y medio, y a las de la gente del pueblo, de medio pie solamente.



La prohibición

En 1436, el rey Eduardo IV de Inglaterra dictó una ley para poner coto y semejantes desmanes: " A los nobles cuyo título esté por debajo del de Lord no les están permitidos los zapatos o las botas cuya punta sobrepase las dos pulgadas; el Rey podrá cobrar una multa de tres chelines y dos peniques cada vez que se incumpla lo dictado".

Las calzas y los patines o zuecos

En el periodo que nos ocupa se emplearon todo tipo de calzados, sin embargo hubo una modalidad muy extendida entre la burguesía y la clase adinerada de la época; las calzas con suela sujeta a la parte inferior y el zueco o patín para introducirla. De esta forma se caminaba por las calles polvorientas o embarradas y al llegar a un lugar habitado, se quitaban los patines y se caminaba en el interior de los edificios con las calzas.




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