domingo, 18 de julio de 2010

Las abarcas de la Isla de Menorca


Menorca es la isla más oriental de las Baleares, "la isla blanca y azul", un lugar en el que se da la biodiversidad y que forma parte de la reserva de la biosfera. Menorca mil veces invadida y ocupada, pero sin embargo ha sabido mantener su peculiaridad; allí existe una centenaria industria de fabricación del calzado y de allí nacieron las célebres abarcas, singulares y únicas que fabrican los artesanos de la isla.
Hemos recogido un estudio de Luis Juaneda Sintes, que por su importancia, debe ser conocido y que fue publicado en Canal Temático de Colombia.
Las abarcas tienen sus orígenes en el mundo rural menorquín. Menorca es una pequeña isla mediterránea perteneciente al archipiélago balear, donde el terreno es escarpado y pedregoso. Para sacar el fruto a la tierra los campesinos necesitaban ponerse en los pies un calzado fuerte, pero flexible a la vez que sencillo. Aunque la fecha exacta es desconocida, hay indicios que los cartagineses que pasaron por Menorca hacia el año 200 A.C. ya llevaban un calzado de piel parecido a las abarcas.

Entre los años 1875 y 1885, el archiduque de Habsburgo Luis Salvador, escritor, historiador y científico en su obra: «Die Balearen in wort um bild» (Las Baleares descritas desde la palabra y el dibujo) describía las características de la vestimenta menorquina: Las abarcas es el calzado típico de la gente del campo. Es de cuero vuelto de vaca y confeccionado con unas suelas que se compran cortadas para montar en casa ...».

En un principio toda la materia de las abarcas era piel de animal. Eso cambió a principios del siglo XX con la aparición del neumático de caucho. Este material, una vez gastado e inservible para los vehículos, era reciclado como piso para fabricar las abarcas. Era un material escaso pero muy apreciado por ser resistente e impermeable a la humedad de los campos. En aquel momento «la abarca rústica» ya tenía los elementos que la definirán hasta la actualidad: piel natural, plantilla de seraje y piso de neumático, todo cosido con un hilo encerado grueso. Toda la fabricación era artesanal desde el curtido hasta el acabado. El cosido a mano, que requería de gran esfuerzo y mucha dureza, se hacía un una aguja punzón.

Con el tiempo se empezó a utilizar la máquina de coser, con lo que se evitó el esfuerzo que suponía el cosido manual.

La producción era, básicamente, para uso propio y constituía una tarea obligada del campesino al inicio de cada temporada estival.

Surgieron los primeros artesanos con una producción muy limitada, que comenzaron a comercializar las abarcas.

A mediados del siglo XX, una variedad muy extendida de las abarcas era las que hacían los campesinos y pescadores con la lona gruesa sobrante de los toldos de los carruajes y las velas de las embarcaciones.

A partir de la década de los 60, este calzado tan propio de la gente del campo, fue convirtiéndose en un calzado de verano para gran parte de la población de Menorca. Era costumbre, al inicio de cada verano, ir al taller del artesano a encargar las «abarques». Durante los años 80 aparecieron los primeros empresarios que rediseñaron las abarcas, fabricándola con materiales y formas diversas. Algunos de estos empresarios comenzaron a hacer una producción más industrial.

Los visitantes, cada vez más numerosos, adoptaron las abarcas como el calzado ideal para llevar durante las vacaciones. Era simple, fresco, cómodo y muy práctico. Actualmente este calzado se exporta a países de todo el mundo, y cada vez hay más gente que aprecia y disfruta de las abarcas de Menorca.

Todo esto ha hecho de las abarcas una tradición y un signo identificativo de la isla de Menorca, en perfecta sintonía con el modo de vivir moderno.

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